Sin estudiar enferma el alma. {Megan Slytherin

Siempre habría pensado que sexto curso sería un curso tranquilo. Eso no se lo creería nadie. Los profesores parecían no querer dejarles tiempo ni para respirar. Si no era un trabajo, eran diferentes redacciones, y si no, un examen.  Prácticamente parecía que no quisieran que tuvieran tiempo libre. Pero las pilas de libros que tenían que leer se amontonaban sobre la mesa de la biblioteca, y ya ni hablar de los muchos hechizos que tenia que practicar hasta ejecutarlos a la perfección. ¿Porque estaría inscrita en tantas clases? Suspiró con una sonrisa conformista. Si quería tener un buen futuro, tenía que esforzarse ya.

Pero lo peor de todas esas tardes de estudio era que no se podía concentrar. Cuando empezaba a escribir todos esos ensayos, a penas podía escribir dos simples lineas sin distraerse y empezar a mirar por la ventana. Si es que, a diferencia que normalmente, hacía un día precioso. Aunque el frío se notaba, y mucho, el sol se reflejaba bellamente sobre el lago negro. Una leve capa de nieve se amontonaba sobre los árboles, y había unos pocos alumnos tan valientes como para aventurarse a la intemperie. Si en la biblioteca ya hacía algo de frío, no podía siquiera imaginarse la temperatura en el exterior.

A parte, el leve murmullo de otros estudiantes hablando tampoco ayudaba. Se distraía escuchando las conversaciones de otra gente. Parecía que en Hogwarts había mas de una persona con algún problema romántico. No pudo evitar sonreír levemente, compadeciéndose de aquellos pobres jóvenes, y sintiéndose ligeramente identificada en ellos. Sacudió levemente la cabeza y volvió a meterse en sus asuntos.

Eso era insoportable. No quería sonar irrespetuosa, pero de verdad, La Asamblea Medieval de Magos Europeos le importaba bastante poco. No comprendía para que le iba a servir esa información, exceptuando para aprobar el examen que se le haría dentro de poco. Y bueno, para rellenar ese pergamino que tendría que entregar. Suspiró resignada. Se fijó que mientras estaba teniendo ese mini-monologo interno, su pluma había ido dejando caer pequeñas manchas de tinta sobre lo que ya tenía escrito. Rápidamente la apartó del pergamino, pero el daño ya estaba hecho. Observó bien el pergamino, para ver si era un daño irreparable. Ninguna mancha había hecho ilegible ninguna palabra. Gracias a Dios.

Pensó en como podía arreglar ese desastre. Dios, no quería tener que volverla ha escribir desde el principio. Entonces cayó en que cómo podía haber estado tan despistada. ¡Era bruja! Con un hechizo reparo sería suficiente para no dejar mancha alguna. Cogió su varita, y con un movimiento rápido de muñeca, no quedaba rastro alguno de aquellas pequeñas manchas que le habían hecho preocuparse. Fantástico.

El ruido de la silla que estaba delante suyo siendo desplazada la sobresaltó. Megan Slytherin se estaba sentando en la susodicha silla, y dejaba su bolso en la mesa. No llevaba ningún libro ni nada aparentemente, así que no podía entender muy bien lo que hacia en la biblioteca. Su pregunta la descolocó un poco. No era una joven con la que tuviera mucha confianza. Dibujo una leve sonrisa en su rostro. Siempre era un buen momento para hacer buenos amigos.

- Buenos días Megan. Espero que estés teniendo un buen día. - Le contestó, amablemente, dejando su varita dónde estaba antes. - Pues la verdad, es que estaba intentado escribir una redacción que me han mandado para historia de la  Magia, pero no paro de desconcentrarme. - Suspiró, algo resignada. Miró a la otra chica a los ojos, sin mover la sonrisa de sus labios. - ¿Y tú como estás?

Me sorprendí mucho cuando vi que tenía la intención de ayudarme. Quiero decir, no había hablado mucho con ella, sabia su nombre solamente porque se lo había oído alguna vez a alguna de mis compañeras de casa cuando comentaban algún que otro cotilleo. Y, de manera sorprendente, ella parecía completamente dispuesta a ayudarme. ¡Que chica tan agradable! Sonreí ampliamente. Escuchó atentamente todo lo que le iba diciendo. Se alegraba mucho de que alguien que estuviera menos perdida en esa materia que ella se ofreciera a ayudarla.

Como si escribiera una novela... Ese era un enfoque muy interesante. Mucho mas que solamente exponer todo lo que sabía. Si lo miraba así, ¡podía ser que incluso escribiera mas que el mínimo que habían impuesto! Pero el problema es que no tenía ni idea de como hacerlo. Megan se sentó a mi lado, y siguió hablando rápidamente. Ya solo con su voz, se notaba toda la confianza que tenía en ella misma. Por un momento, me habría encantado ser como ella. No es que no me gustara mi manera de ser, pero me encantaría tener tanta seguridad. Entonces me dí cuenta de que ella me había hecho una pregunta, y yo me la estaba mirando algo embobada.

- ¡Si! - Pegue un pequeño grito, olvidándome momentáneamente de que estaba en una biblioteca. - Quiero decir, agradecería mucho tu ayuda, porque si te digo la verdad, ando bastante perdida... - Solté un suspiro, algo desesperada. - Y a ver, el resumen... - Le eché una mirada rápida a todo lo que tenia escrito. Tampoco es que fuera mucho... Para ser exactos, ni si quiera superaba las cinco lineas. - Pues la Asamblea Medieval de Magos de Europa se dedicó a redactar diversas leyes para la comunidad Mágica. Entre ellas, la que regula que los magos no pueden hacer magia delante de muggles. - Explique. - Y bueno, también se que entregan premios. - La miré a los ojos, esperándome que me dijera algo. - Ayúdame por favor. - Le supliqué, bajando la cabeza para mirar ese intento de redacción que reposaba en la mesa.

No sabía porqué, pero nunca había pensado que Megan fuera tan agradable como esta resultando ser. NO es que pensara que fuera a ser mala ni nada por el simple hecho de ser Slytherin, si no que pensaba que nunca se molestaría en ayudarla. Al verla andar por los pasillos, con esa seguridad en si misa, con esa gracia natural, y no sabia, pensó que jamás podría ser tan agradable como estaba resultando ser. Sonrío levemente ante el pensamiento.

Es que la clase de Historia de la Magia la dejaba siempre adormilada. Por mucho que el profesor Jones tuviera toda la energía del universo, y a lo mejor, incluso más, su materia no dejaba de ser una de las mas pesadas y tediosas, y además, había un par de días que la tenía a última hora. Para Elizabeth, parecía que los minutos en aquella horrible aula no pasaban, es más, parecía que las agujas del reloj de la pared, estuvieran jugando con ella y fueran cada vez mas para atrás, retrasando la hora real. Y aunque había una posibilidad de que así fuera - No sería la primera (ni la última) vez que alguien encontrara divertido hechizar relojes para molestar a sus compañeros.), no era posible que hicieran eso diariamente sin que el profesor se enterara. Así que Elizabeth tenia la mala tendencia de pasarse las clases de runas haciendo dibujos de flores encima de sus apuntes. Probablemente era esa la razón por la que luego no se enteraba de nada.

Mientras no estaba prestando atención, no notó que Megan estaba escribiéndole un resumen, que al acabar, le entregó. Le hizo caso, y se lo leyó rápidamente. ¡Ahora lo entendía! ¿Enserio era tan sencillo? Se alegró bastante, y se guardó el papel.

- Muchas gracias Megan. Si algún día necesitas cualquier cosa, intentaré ayudarte. -Sonrío ampliamente. Pero ciertamente no le apetecía mucho escribir el resumen ahora. Se desperezó un poco, y volvió a mirar a la chica. - ¿Te apetece hacer algo? - Y así es como Elizabeth procrastina sin molestarse siquiera en ocultarlo.

La joven Hufflepuff se sorprendió, y mucho, al ver que Megan empezaba a tocarle el pelo. Y además, el decía que era hermosa y que quería ser su amiga. A ver, no malentendamos la situación, a Elizabeth le encantaría ser amiga de Megan, ya que por lo que llevaban de conversación, parecía una chica muy agradable, que además se había tomado la molestia de ayudarla con la tares de Historia de la Magia. No muchas personas lo habrían hecho, la verdad. Lo que le había sorprendido era que la había llamado hermosa una de las chicas más atractivas de todo Hogwarts.

Elizabeth no se consideraba para nada guapa, y mucho menos hermosa. Ella era una muchacha como otra cualquiera, sin ninguna cualidad que resaltara, sin vestidos bonitos ni carisimas joyas. Observó, algo anonadada como la otra chica se ponía a su lado y le mostraba un espejo. Se quedó mirando su imagen, algo embobada, escuchando las promesas de la otra joven. Dulces palabras que le decían que era una princesa, que podría tener vestidos bonitos, y cosas que harían resaltar su belleza. Que podía darle lo que ella tanto anhelaba, pero que no podía permitirse. Elizabeth no mentía cuando decía que la idea sonaba más que tentadora. - Yo... No podría permitírtelo... - Murmuró, algo entrecortada. Aunque se comportara como una amiga de toda la vida, lo cierto es que esta era la primera vez que hablaban. No podía permitir que se gastara tanto dinero en ella, no había aún tanta confianza.

Megan se levantó, sacando a Elizabeth de su ensoñamiento. Al ver que la otra chica se iba, decidió seguirla. Le empezaba a caer muy bien, había sido muy buena y atenta con ella, aunque la acababa de conocer. Recogió los pocos libros que quedaban por encima de la mesa, y se los guardó. Se apresuró para seguir a la otra muchacha, no quería perderla de vista. -Si no es indiscreción, ¿a donde nos dirigimos? - Preguntó, con curiosidad. Megan no había mencionado nada sobre la meta de esa caminata.



PD: Vale, es malisimo, el post me he quedado fatal. Lo siento TwT