Bro, bro, yo te quiero, srsly {Priv. Graham Gryffindor}

Me resultaba imposible. ¿Cómo concentrarse con ese nido de tejones taladrando sus oídos constantemente con esas conversaciones absurdas?. Uno decía que se le había roto la pluma, otro que iba a ayudar a la profesora Hufflepuff a preparar su próxima clase y el otro que le había arañado su gato y que le dejaba la cama llena de pelos, "Y la mía también y no te preocupa tanto." Pensé. No me afectarían esas conversaciones si no fueran las mismas conversaciones de cada día, igual de aburridas, igual de monótonas; "seguro que si estuviera en Gryffindor, sería mas... emocionante." Me levanté de la cama, viendo que era imposible poder hacer los deberes. - Cuando acabéis de parlotear como gallinitas y pueda trabajar tranquilo, me avisáis, ¿vale?. - dije ya arto. Noté el silencio sepulcral que había provocado mi voz, pero ni me digné a mirarlos. Salí de mi habitación, de la sala común y hasta del castillo, intentando hacerlo desapercibido. Me dirigí al bosque, lo necesitaba. Pensé en silbar, para así llamar a Hêddric, pero en lugar de eso, preferí ir a buscar a Theon. Con él pude desahogarme, me encantaba. Yo le contaba cosas de Hogwarts y de nuestro mundo y él me hablaba de su manada y el bosque, era muy interesante, además, tenía mi edad.

Cuando vi que se hacía muy tarde, volví al castillo y me dirigí a mi dormitorio, donde los chicos de mi habitación me dijeron que irían a hacer nosequé en la sala común, me invitaron. Yo les había tratado mal hacía unas horas, es mas, siempre les había tratado con desprecio y ellos siempre habían perseverado en el intento de ser compañeros, incluso amigos, tal vez estaba actuando de la mejor manera. Me negué a acompañarles a lo que fuese que iban a hacer, una vez solo en la habitación, pude respirar y luego me acordé: había quedado con Gael. Me dirigí a la sala común y salí. Al salir me fijé en que Gael estaba en el suelo y como reacción, mis ojos se abrieron como platos. - ¿Qué haces ahí tirado? - me acerqué. - ¿Estás bien?.-

Como iba a imaginar que detrás del retrato que cerraba la sala común de los tejones estaba Gael y que además, iba a golpearle, literalmente, en las narices. Me preocupé al verlo en el suelo, sin saber que hacía allí, después lo comprendí. No le di tanta importancia al ver que se lo tomaba en broma, además, la nariz no le sangraba.

Le tendí la mano para ayudarle a levantarse. - Por supuesto que estoy listo. - dije esbozando una gran sonrisa en mis labios. Me encantaba pasar el tiempo con Gael, con él, todo lo demás volaba y no me preocupaba por nada mas que no fuera divertirnos. Siempre habíamos tenido esa conexión tan especial y única. Con Godric y Gaby no era igual, los quería igual y me gustaba pasar tiempo con ellos, pero era muy diferente, era como si Gael y yo viviésemos en una burbuja que nos aislase del resto del mundo.

- ¿Qué quieres hacer? - Podíamos hacer mil cosas, desde recorrer el castillo de punta a punta, hasta gastar bromas o simplemente, tumbarnos y hablar, cualquier cosa que hiciera con él, me encantaba, simplemente, lo quería, con locura, sin él, mi vida, estaría incompleta.

Pensé. No eran malas ideas; a pesar de ser cosas que podrían hacer niños de 12 años, siempre acabábamos disfrutando y riendo mucho, así eramos nosotros, así era yo. En parte, mi persona, se basaba en la diversión y en las risas; pero en aquel momento, cuando Gael dijo su idea, un sentimiento se cernió sobre mi: pereza; si. No era lo suficientemente -por lo visto- valeroso como pare ser un Gryffindor, y, a pesar de estar en Hufflepuff, sentía una enorme pereza de ir a rebuscar pasadizos por Hogwarts. Sabía que algún día los encontraríamos todos, pero ese día, no me apetecía.

- Me apetece lo de ir a coger comida, pero, ¿y si hacemos algo mas tranquilo en lugar de ir a rebuscar pasadizos? - propuse. Mi mirada se dirigió detrás de Gael y pude contemplar una preciosa muchacha de pelo castaño tirando a rubio, con unos ojos verdes claros preciosos y una figura asombrantemente perfecta. Me lamí los labios como acto reflejo, me había quedado embobado. En ese momento, todo mi alrededor se había esfumado, estábamos ella y yo, a metros de distancia, claro, ella ni me había mirado, pero no me asombraba, era costumbre. Suspiré, sin dejar de mirarla.

Volví de repente del mundo en el que me había metido, el de la chica, cuando Gael me agarro levemente del hombro. Iba a disculparme por haberle ignorado, tal vez había hablado y yo no le había escuchado, le había quitado toda la atención, cosa maleducada y reprochable según las enseñanzas en nuestra casa, la casa de la familia Gryffindor, donde la educación, la cortesía y la distinción eran términos importantes y firmemente aplicables a cualquier situación, aunque fuese en una conversación con mi hermano.

¿Había oído bien? ¿Me había dicho lo que creía haber oído que me había dicho? - ¿Has tomado algún brebaje extraño o has inhalado gases en clase de pociones? - Pregunté y me puse algo rojo al pensar en ir a saludar a la chica. Me palpé un poco el pelo, cosa que hacía cuando me ponía nervioso, me estaba poniendo nervioso en ese momento. - Tú tal vez confías en mi, yo no. No pienso ir, se pensara que soy idiota. - dije firmemente. Sabía que si él fuera, sería suya en un abrir y cerrar de ojos, pero yo no tenía esa galantería ni esa gallardía propia de los hermanos Gryffindor, yo era mas... paradito.

- Si, eso, mejor ve tú... - dije ya algo mas tranquilo, aunque me venía por la cabeza el "¿y si fuera a saludarla?". Entonces me vinieron a la cabeza las anteriores experiencias, nervios e inseguridades propias de mi persona, haciendo que mi estómago se cerrara en un amargo nudo.