Perdido, otra vez [Libre]

Aneirin paseaba por los pasillos del gran castillo ensimismado en sus pensamientos. Tenía muchas cosas que hacer y aún casi ni había empezado. Tenía que ir a la clase de pociones donde se había olvidado un libro y luego bajar a su casa común a por las cosas para su siguiente asignatura. Además de que habia prometido ayudar a un compañero suyo con unos deberes. Suspiró y se recolocó la túnica. El castillo de Hogwarts era cálido en comparación a su querida patria pero aún así, en esos días de invierno sentía que sus capas de ropa no eran suficientes. Estaba deseando volver a su sala común y acurrucarse delante de la chimenea.

Giró a la derecha en vez de a la izquierda sin darse cuenta y siguió dandole vueltas a las cosas. Seis años. Hacía ya seis años que estudiaba allí y aún no podía creerselo, incluso había empezado a considerar el castillo su hogar en vez de los altos y frondosos bosque de ese perdido pueblo galés que le había visto nacer. Ya incluso hablaba inglés con fluidez aunque seguía haciendo preguntas estupidas o se trababa en palabras simples y comunes. Era extraño, pero esos detalles, más hallá de molestarle, al contrario le agradaban bastante.

Se sorprendió a si mismo sonriendo ante esos pequeños detalles y alzó el rostro, sin borar la sonrisa. ¿Para qué ocultarla? él era feliz en ese castillo y no le importaba mostrarlo. Fue a girar a la derecha para entrar en el aula y la sonrisa se le borró del rostro. ¿Qué hacía delante de la puerta de la biblioteca? ¿Se habría perdido, otra vez? Cómo era posible que llevase casi 6 años viviendo allí y siguiese perdiendose con la misma frecuencia que el primer mes? Se revolvió un poco su ya alborotado cabello y suspiró.

Bueno, había que verlo por el lado bueno. Buscaría los libros que tenía pensado recoger al día siguiente. Recuperó la sonrisa que vestía segundos antes y entró en la gran biblioteca.

Helga suspiró cuando cerró la puerta de su aula. Una y mil veces lo continuaría diciendo, maldito invierno. Ella odiaba el invierno en Hogwarts. Aún cuando era un espectáculo hermoso ver la blanca nieve cubrir todo el valle, ella detestaba el frío. A la joven bruja no le agradaba tener que caminar con tantos abrigos o tener que utilizar pesadas botas para poder caminar por los jardines. Helga siempre había sido una mujer muy apegada a la naturaleza; le agradaba estar con vestidos sencillos y en ocasiones descalza. Por eso amaba la primavera y el verano, porque ambas estaciones se lo permitían.

Volvió a suspirar cuando entró al castillo. El interior de Hogwarts era cálido y agradable, allí no tenía que utilizar tanto abrigo ni estar rodeada de tanta nieve. Antes de dirigirse a las cocinas, recordó que tenía que buscar un par de libros sobre herbología y pociones para la próxima clase. El material que les daría a sus alumnos de Séptimo iba a estar ligado con el material de Salazar, por lo que ella decidió que debía estudiar más el material para no cometer errores.

Lo último que deseaba en la vida era que su clase influenciara mal la de Slytherin.

Con un paso más alegre, entró a la biblioteca y buscó los libros que necesitaba. Para su mala suerte —ella no era una lectora aficionada como Slytherin o Ravenclaw— tenía ocho libros con tantas páginas que la bruja sospechó que estaría al menos una semana estudiándolas. Mordió su labio para evitar un nuevo suspiro. Ya con sus clases, la enfermería y las cocinas era demasiado... ahora tenía que leer más.

Se dispuso a salir, pero debido a que no estaba mostrando atención alguna, chocó con un chico que entraba a la biblioteca, dejando caer los ocho libros al suelo. —Lo siento— se disculpó, antes de mirar al chico y sonreír. Era uno de sus tejones. —Aneirin, ¿qué tal?— le saludó con una radiante sonrisa, antes de arrodillarse en el suelo a recoger sus libros.

El iba tan ensimismado en sus pensamientos que no vio a la fundadora. Chocó contra ella sin poder evitarlo y la fuerza del golpe tiró de él para atrás, haciéndole caer al suelo de culo. Masculló varias cosas en galés y al escuchar la voz de la mujer alzó el rostro.

-Señorita Hufflepuff...- Murmuró sorprendido cuando vio que se había chocado contra la jefa de su casa y corrió a recoger los libros que a la mayor se le habían caído- Lo siento mucho profesora, ahora mismo lo recojo...- Cuando ya los tuvo, se los tendió a la mujer- Siento mucho el golpe estaba sutido en mis pensamientos...

Intentó sonreír levemente, avergonzado por ese pequeño percance, definitivamente tenía que empezar a prestar más atención a las cosas que hacía. Godric Gryffindor ya se lo había dicho varias veces después de salvarle milagrosamente de caerse por las escaleras o perderse, al igual que su profesora la cual siempre que le veía por los pasillos intentaba hacerle volver al camino correcto. A veces se preguntaba como había conseguido llegar a prefecto, aunque, cuando se trataba de guiar a los jóvenes y novatos alumnos de Hogwarts sorprendentemente no se perdía.

Se mordisqueó el labio algo inseguro y se frotó la nuca. Se sentía mal por haberse chocado y haberle tirado las cosas a Helga así que la miró de reojo, algo avergonzado.

-¿Me dejarías llevarle los libros? Como disculpa...- Murmuró.