Es sólo una pesadilla (Lily)

En un sobresaltó, Cygnus se despertó de su pesadilla, jadeando. Su frente y nuca estaban cubiertos por un fino rastro de sudor, igual que su pecho. Su corazón palpitaba rápidamente, mientras que sus bocanadas de aires se hacían cada vez más dolorosas. Sus manos temblaban, igual que todo su cuerpo. Ni siquiera tenía que llevar sus manos a su rostro para saber que sus mejillas estaban repletas de lágrimas. Tragó seco y se dejó caer en la cama, limpiando su rostro con sus manos.

Maldita pesadilla se dijo a sí mismo, aún temblando. La imagen era demasiado vívida como para olvidarla. Todo había comenzado como un sueño normal, donde sus hermanas, sus padres y él cenaban en la Mansión Black. Su hermana Cassiopeia discutía con él —como de costumbre— mientras que Artermisa colocaba los ojos en blanco. Su padre y su madre se reían por las tonterías que su hermana y él se decían. Era una estampa familiar normal; algo que los Black solían hacer con frecuencia. Sin embargo, todo cambió.

De un momento a otro, la copa de su madre calló al suelo, estallando en cientos de pedazos. Él había dejado de hablar al instante, para mirar a su madre, aturdido. Y ahí fue cuando lo escuchó. A las afueras de la mansión se escuchaban gritos. ¡Los muggles estaban afuera! Su padre, enojado, tomó su varita y salió, pero antes de que pudiera hacer algún movimiento, una flecha lo había atravesado en el pecho. Lo único que Cygnus pudo hacer fue gritar y gritar y gritar. "¡Papá! ¡Papá! ¡Papá!' pero su padre no respondió. Su cuerpo estaba en el suelo, inerte. La sangre que se escapaba de su cuerpo manchaba la fina alfombra que adornaba la entrada desde que Cygnus tenía uso de razón.

En minutos, su casa estaba en vuelta en llamas. Su madre estaba tirada en el suelo, tocando el cuerpo de su padre y gritando histérica. Sus hermanas... sus hermanas habían desaparecido. Cygnus corrió por toda la mansión, gritando con histeria y tratando de encontrarlas, pero no las halló en ninguna parte. Fue cuando corrió por los pasillos que percibió un extraño olor. Un olor extrañamente dulce... un olor a carne cocida. Él nunca había percibido ese aroma en su vida, y por ello se obligó a correr más rápido hacia la sala de la mansión. Cuando llegó, su alma abandonó su cuerpo.

Sus dos hermanas, su madre y el cuerpo de su padre estaban en llamas. Todos estaban cubiertos por el fuego. Artermisa y Cassiopeia gritaban por el dolor... su madre ya había fallecido. Cygnus no encontró que hacer. Él había enloquecido. ¡Su familia! ¡SU FAMILIA! Lo único que logró hacer fue gritar como un demente, y tratar de alcanzar a sus hermanas, pero no pudo hacer nada. En minutos ellas estaban muertas, alcanzando a sus padres en la próxima vida. Con el corazón destrozado, Cygnus calló de rodillas, comenzando a llorar como un pequeño niño. ¡Él estaba solo! ¡Su familia había muerto! ¡Él estaba solo!

El joven Black quería olvidarlo. Quería que ese dolor en su pecho lo dejara en paz. No había nada que aterrara más a Cygnus que el sólo pensar en estar solo, sin su familia. Cygnus podía ser un cretino y un bastardo cuando lo deseaba, pero lo más que adoraba en la vida era a su familia. Él daría la vida por ellos. Y él no había podido hacer nada para salvarlos. "Es sólo una pesadilla" se dijo a sí mismo, colocándose de pie. Sus compañeros dormían plácidamente, pero él no podía regresar a dormir. Él necesitaba aire.

Tomó una túnica azul oscuro y se la puso. Con varita en mano, salió de las mazmorras y comenzó a caminar por el colegio, que estaba sumergido en una extraña paz. Tanta tranquilidad se le antojaba inquietante a Cygnus. Suspiró y encontrando una banca en el pasillo que conducía a los jardines, se sentó, cruzándose de brazos y cerrando sus ojos."Es sólo una pesadilla" volvió a repetirse en voz baja, tratando de olvidar la imagen de sus hermanas y padres en llamas.

Daba vueltas y vueltas en la cama y aún no podía dormir, ya era de madrugada y el sueño seguía sin venir a ella. Era una de esas noches en la que los pensamientos están todo el tiempo en tu mente, quería dejar de pensar, dejar su mente en blanco y dormir por un largo rato, pero su inconsciente tenía otros planes.

Hace días que no hablaba con ninguno de sus hermanos, tenía que mandarle una carta a sus padres, estudiar para Pociones, materia en la que no le iba tan bien...
Suspiro, tenía muchas cosas en la cabeza. Al final, desistió de intentar dormir dando por hecho que iba a pasar la noche en vela, aburrida y bastante frustrada se levantó de la cama y luego de tomar un abrigo para no pasar tanto frío salió de su habitación, donde todas sus compañeras seguían durmiendo.

Al salir por la puerta de la zona de habitaciones de chicas se encontró con la Sala Común de Gryffindor completamente vacía. Con paso perezoso y sigilosos se acercó al hoyo que había en la pared izquierda para poder salir.
Se encontró con los pasillos vacíos, y como no, a nadie se le ocurría salir a esta hora como a ella, si la encontraban iba a estar en unos buenos problemas.

Estremeciéndose de frío siguió su camino sin rumbo por el Castillo, al llegar al vestíbulo creyó oír una respiración agitada, pero convenciéndose de que era solo su imaginación se dispuso a seguir su camino, cuando vio sobresaltada una silueta sentada en un banco. Extrañada y con el cejo fruncido comenzó a acercarse cuando reconoció a la persona que estaba allí, era Cygnus Black.

Estaba con los ojos cerrados y la cabeza recostada contra la pared que tenía detrás, oyó como  se hablaba en voz baja a sí mismo, parecía bastante agitado. Al ver su reflejo en uno de los ventanales más altos se empezó a poner nerviosa, estaba con el pelo rojizo alborotado y los ojos con un tinte bastante somnoliento que le daba un aire bastante inocente y dulce, aunque ella solo se veía demasiado desarreglada y deseaba que antes de salir de su habitación se le hubiera ocurrido pasarse el cepillo por el pelo, por lo general esas cosas no le importaban, pero con Cygnus todo era diferente, ya que se podría decir que en cierto aspecto estaba "enamorada" de él, pero la preocupación pudo más así que sin que lograra escucharla se acercó a su lado y cuando lo tenía en frente susurró con el entrecejo fruncido por la preocupación
-Hey, estás bien?

Cygnus abrió sus ojos y apretó su varita en cuanto escuchó a una persona a su lado. Estuvo a punto de lanzar un hechizo al intruso, pero en cuanto se percató de quien era, soltó su varita. "Gracias al cielo que no he lanzado un hechizo" pensó en cuanto vio a Lily Weasley a su lado. La pelirroja estaba en sus ropas para dormir —lo que sería considerado como una  barbaridad para sus hermanas, pero a él francamente no le importaba— y con sus cabellos rojos revueltos. Era una imagen muy inocente de la chica. Lily siempre había tenido ese aura de completa inocencia a su alrededor, pero en esos momentos, ese aura se duplicaba.

Para Cygnus, la chica lucía increíblemente hermosa de esa forma tan sencilla.

—Hey— saludó con voz ronca, sonriendo de lado. Cambió su mirada en cuanto volvió a tener en su mente la horrible imagen de su familia en fuego. Tragó seco, moviendo su manzana de adán con ello. Esa era una de las imágenes más horripilantes que había tenido en su vida. Ese era el miedo más común entre la mayoría de las familias mágicas. Ser quemadas vivas. Cygnus mentiría si dijera que ese pensamiento no lo atemorizaba desde que era un infante.

Negó la cabeza y entrecerró sus ojos. —Sobreviviré— respondió con toda la tranquilidad que pudo encontrar dentro de sí. Si su padre lo viera de ésta forma se sentiría indignado. Un hombre no debía comportarse de esa forma tan patética. Al menos eso era lo que decía su padre constantemente. Pero peor sería el caso si Orio, su estúpido y arrogante primo, lo encontrara. Probablemente arruinaría su imagen. —Sólo he tenido una mala noche. Una muy mala, por cierto— comentó, cerrando sus puños ante la imagen de su primo.

Se volteó y observó más detenidamente a la muchacha. Los ojos de Lily lucían cansados, como si no hubiera consolidado su sueño en semanas. Sonrió con honestidad —algo que pocas veces hacia— y señaló el banco donde estaba sentado. —Puedes sentarte, ¿sabes? Aún no muerdo— bromeó. —¿Y tú? ¿Por qué estás a éstas horas por aquí? ¿No puedes dormir?— cuestionó interesado. Muchos consideraban a Cygnus como una persona arrogante y desarmada, pero la realidad era otra. El joven Black debía actuar como su familia lo esperaba, no como él realmente lo deseaba. Si, aceptaba que era todo un bastardo con los jóvenes sangre sucia, pero realmente no lo hacia porque a él le parecían escoria, sino porque para su familia ellos lo eran. Cygnus seguía ciegamente las directrices de sus padres, lo que lo había convertido en uno de los jóvenes más arrogantes e insoportables de Hogwarts.

Y en ocasiones, Cygnus se sentía arrepentido de ello. Él —lo negaría hasta la muerte, por supuesto— consideraba que Altair Malfoy era una de las personas más valientes que existían en la casa Slytherin. El chico se había enfrentado a su familia, amigos e inclusive a su casa por sus pensamientos. Cygnus no poseía tal carácter.