Nos debemos un baile {Priv. Nei}

El joven Gryffindor salió precipitadamente del Gran Comedor, huyendo del baile. Había comenzado a marearse entre tanta gente. Muchos iban y venían, algunos se habían quedado hablando con él, pero no habían sido especialmente sensibles y se habían limitado a traerle chicas para que bailase con ellas. Al tercer baile el joven había desistido de seguir rodeándose de ellas y se había despedido con una cortés disculpa acompañada de una triste sonrisa para luego salir de ahí, alegando que no se encontraba dispuesto para más bailes.

Si a alguien le había extrañado esto, desde luego no se notó. La fiesta siguió sin él.

Vagó sin rumbo durante unos minutos antes de apoyarse contra una pared y dedicarse a mirar a la nada, después de todo no tenía nada mejor que hacer. Se mordió suavemente el labio inferior y cerró los ojos, desde donde él se encontraba aún podía oír los ecos de la música, una melodía que comenzaba a terminarse y que seguramente daría paso a una siguiente.

Eso le desanimó un poco. Él quería estar ahí, pero quería estar con una persona especial, no en una esquina esperando a que un milagro sucediese. Sin embargo, pronto escuchó un sonido y el Gryffindor se tensó, abriendo los ojos en busca de la procedencia de este mismo.

-¿Quién está ahí? -Preguntó con la voz ronca por el frío y el desuso durante esa noche mientras miraba a la figura acercarse, pero la sombra cubría su rostro y no podía ver quién era.

Aneirin no podía más. Comprendía los argumentos de su pareja para no ir juntos, los mismo argumentos que tenía él pero eso no significaba que no le doliese. Le dolía, y mucho. Por eso ni siquiera alzó el rostro para mirarle. Si lo hubiese hecho se abría derrumbado. Y ese momento en el que intentó ignorar a Gael fue cuando su noche definitivamente se convirtió en la peor de todas.

Había intentado estar bien toda la noche por su amiga, la cual tampoco podía ir con al persona a la que amaba, además de que tenía que aparentar. Suficientes preguntas le hacían ya el día a día por sus ojos tristes como para pasar todo el baile amargado así que hizo de tripas corazón y se obligó a sonreír.

Pasó toda la noche bailando con su querida Elizabeth, sonriendo y riendo, intentando no pensar, pero eran sonrisas falsas y vacías, risas tristes y apagadas y su amiga bien lo sabía. Por eso, casi al final de un baile, cuando el joven galés vio como Gael salía de la sala Elizabeth le miró. Bastó solo esa mirada para que su amiga asintiese y le dejase irse tras una cariñosa sonrisa y un gracias por parte del galés.

Tardó varios minutos en salir para no levantar sospechas y fue de manera tranquila en busca de su pareja. Cuando le escuchó hablar y le vio allí a lo lejos sonrió, por una vez ce manera sincera en toda la noche, dios, estaba tan guapo. Su pelo perfectamente peinado le daba un toque elegante e importante y los tonos rojos de sus ropajes acentuaban sus hermosos rasgos. Se acercó hasta donde él estaba, en silencio.

De fondo se escuchaban los primeros acordes de la nueva canción y Aneirin estiró la mano hacia Gael con delicadeza, apartando la capa azul oscuro que colgaba de su cuello y susurró:

-¿Me concedes este baile...?

Gael se quedó de piedra unos instantes antes de caer en la cuenta de quién era. El corazón le dio un vuelco. ¿Qué hacía ahí? ¿Había dejado sola a la chica Weasley para ir con él? Sintió una punzada de culpabilidad que rápidamente apartó de su mente y sentimientos cuando el galés habló. Se incorporó lentamente, dejando de apoyarse en la pared para acercarse a Nei sin prisas, apreciando los rasgos ajenos a medida que se iba acercando. Contuvo una sonrisa, se veía tan guapo como siempre, puede que incluso más y eso ya era especialmente difícil.

Cogió la mano que el otro le tendía, sin importarle que fuera "la mujer" en ese baile. No era algo que le llamase la atención después de todo lo que habían hecho juntos. Terminó de acortar las distancias hasta colocarse frente al otro y le dedicó una media sonrisa, entonces sí, brillante por primera vez en toda la noche.

-Con mucho gusto te lo concedo, Nei. -Susurró en respuesta, apretando suavemente la mano ajena con la propia mientras colocaba la otra mano sobre su cadera, principalmente porque no sabía bailar de otra forma que no fuera en la postura del hombre. Dedujo que iba a ser un poco incómodo tratar de hacerlo así, pero nuevamente hizo desaparecer ese pensamiento de su mente.

Estaría bien siempre que fuera con Nei, de eso no tenía ninguna duda.
Sin embargo, sí dudaba en cuanto al tema de bailar y dio un pequeño primer paso al ritmo de la música, esperando que el Hufflepuff le siguiese o entonces ya sí que no tendrían oportunidad de bailar en condiciones.

Todo el malestar, la tristeza y desanimo que llevaban varios días torturando al galés se esfumaron al contemplar esa hermosa sonrisa. Siempre le había sorprendido como cambiaba el rostro de Gael cuando sonreía, como se iluminaba por ese simple gesto. Sus facciones se suavizaban, sus ojos brillaban y se veían alegres y todo el cuerpo del galés temblaba al verlo.

Agarró con suaviad la mano del chico cuando aceptó su proposición y sonrió sin poder evitarlo, soltando una leve risita.

-Menos mal...ya pensé que me lo rechazarías- comentó, algo divertido mientras le apegaba a él. No sabía muy bien como hacer eso del baile, la verdad, es que lo había propuesto sin apenas pensarlo. ¿Cómo iban a bailar si los dos cogían el rol de hombre? La verdad es que a él no le importaba bailar como la "mujer" ya que desde su punto de vista eso no era realmente importante, el problema, es que no sabía bailar como mujer. De hecho, apenas sabía bailar como hombre.

En ese momento, se arrepintió de haberse criado en los bosques de gales, casi ajeno a la sociedad y con una madre que pensaba que la educación al hablar y las sonrisas bailan más que un simple baile o un buen entendimiento del protocolo. Al menos, había tenido a Elizabeth quien todos los años, una o dos semanas antes de los grandes bailes se ponía con él a practicar en sus dormitorios para que el galés pudiese al menos seguirla cuando bailasen en las galas del castillo.

Intentó que no se notase mucho el nerviosismo que recorría todo su cuerpo, también intentó que no se notase como su cuerpo temblaba levemente por la emoción y siguió a Gael cuando este empezó a moverse, rezando porque las clases de Elizabeth hubiesen surtido efecto y no hiciese ridículo delante de su pareja.

Sin embargo y a pesar del esfuerzo de Nei, Gael sí que pudo darse cuenta del nerviosismo que recorría a su acompañante. Se aguantó la risa, no es que fuera cómico, pero sí que le parecía un tanto adorable. Pero no dijo nada, supuso que si el otro no le había comentado su inexperiencia en cuanto al baile sería por algo. Así que se limitó a seguir moviéndose con cierta lentitud, aunque sin perder el ritmo de la música de fondo, para poder ir guiando a Aneirin con cuidado.

Se mordió suavemente el labio inferior por pura costumbre, ya sin poder esconder la sonrisa que llevaba en sus labios dibujada desde que vio el Hufflepuf. Descansó unos instantes la cabeza en el hombro del otro, comenzando a bajar el ritmo del baile y haciendo sus pasos incluso más lentos que antes a medida que la música se iba apagando. Porque era realmente lo que le pedía la música, no por ayudar ya a su pareja.

Sin embargo, acabó pisando una túnica, no sabía si era la suya o la de Nei, todo lo que sabía era que se resbaló y acabó cayendo hacia atrás, arrastrando, por supuesto, al otro consigo. Así que, antes de darse cuenta estaba en el suelo, con Nei sobre él y se había golpeado la cabeza. Rayos, eso dolía bastante. Soltó un pequeño quejido cuando trató de levantar la cabeza.

-¿Estás bien, Nei? -Preguntó en voz baja, notando aún el peso del otro sobre él, aplastándole y dejándole durante unos instantes sin aire. Joder si era grande el tejón.