Ronald T. Castle ID {En construcción}

Se trata de un niño olvidadizo para lo que le conviene, que puede llegar a molestarse con cosas nimias, pero en el fondo es bastante tierno. Resulta alegre, inquieto y despreocupado en cuestión de cualquiera de sus obligaciones, las cuales suele dejar para el último momento. A pesar de ser un prácticamente un niño, le encanta estar rodeado de chicas, normalmente adolescentes y gracias a los genes de su padre y el haberle visto flirteando con muchas de las sirvientas del castillo se considera todo un donjuán, y le gusta hablar con ellas.

Aun así, continúa siendo un niño aunque no quiera admitirlo y es fácilmente manipulable, incluso por las chicas de las que él se siente tan orgulloso de entenderlas.

Amable con las chicas, suele ser más cortante con los chicos, a no ser que le llames la atención desde el principio. Ronald, acostumbrado a la buena ropa, buena comida y buenos modales en general, se deja llevar mucho por las primeras impresiones. Si quieres estar cerca de él tienes que tener ese “algo” que le haga brillar los ojos. La mayoría de las veces es él quien se acerca a las personas que le interesan, pero puede darse el caso contrario: no lo va a rechazar.

A pesar de que le han enseñado a hacer las cosas a tiempo y a medir cuanto se tarda en hacer cada cosa, Ronald tiende más bien a llegar tarde a todos lados: ya sea a clases, citas… A no ser que se vea realmente interesado en ello.

A pesar de que no lo parezca, Ronald siempre ha estado relacionado con el tema de la magia gracias a su madre, quien le fue metiendo en el tema poco a poco y a espaldas de su padre. Por ello, para él, que los objetos vuelen con un movimiento de varita, o que los cuadros te sigan con la mirada, forma parte de su día a día. No lo considera magia, sino parte de su rutina: una estratagema que la madre utilizó durante los primeros años de su vida, en parte para que su padre no sospechase la cultura que le estaba inculcando su madre a sus espaldas.

Claro que la tranquilidad se esfumó el día que Ronald, en pleno berrinche con las criadas, cambió su tono de pelo: pasando a ser del rubio platino al más negro carbón visto jamás.
A pesar de que las sirvientas intentaron cambiarle el color, lavándolo a fondo con todos los jabones de la casa al creer que se trataba de suciedad o barro, el color negro se mantuvo. Fue cuando sus padres volvieron cuando volvió el cabello rubio en la cabeza de Ronald...

Sucedieron muchas cosas en las semanas siguientes. El secreto de la madre de Ronald se desveló, al igual que la curiosa situación del niño, quien había heredado la magia de su madre. Afortunadamente, el noble, mucho más abierto de mente que la media de la población de la época, no renegó de ellos ni los entregó a la Iglesia. Después de todo, él era de los pocos que se habían casado por amor y no por las tierras de los padres de su mujer, y el saber aquello de ella solo alimentaba su curiosidad, no su miedo.

Fue una sorpresa que un mago fue a buscar a Ronald para que ingresase en el colegio Hogwarts, del cual su madre nunca había oído hablar. Tras hablarlo con seriedad, determinaron que sería una gran oportunidad y lo enviaron a allí, con la promesa de que les escribiría todas las semanas.