Hemos de comer para vivir, y vivir para comer [Helena Ravenclaw]

No era, lo que se suele decir dice, una mañana esplendida y maravillosa. Incluso estando tumbada en la cama, podía ver fácilmente grandes y oscuras nubes cubriendo el cielo británico. Se había levantado temprano, muy temprano, cuando el canto de un pájaro inoportuno la había despertado. Sus compañeras de habitación no lo habían notado, y seguían durmiendo plácidamente. Aunque, era sábado y no había prisa alguna, así que aprovechó para remolonear un poco en la cama, planeando mentalmente todo lo que tendría que hacer ese día. El lunes tenía que entregar esa redacción de Historia de la Magia, horror. Y, la verdad, es que estaba muy cómoda allí, tumbada tranquilamente, y además, fuera hacía mucho frío, así que lo mas tentador era no moverse de allí en todo el día. Pero el hambre había empezado ha hacer efecto, y la barriga empezaba a rugirle. Se quitó perezosamente las mantas, y puso los pies en el frío suelo. Un escalofrío le recorrió la espalda. Alguien había dejado la ventana abierta, así que se acercó para cerrarla. Se desperezó, y empezó a prepararse para bajar a desayunar algo.

Quince largos minutos después, la joven de ojos azules andaba tranquilamente por los pasillos de Hogwarts, con ganas de llenar su estómago con algo delicioso. La gente de los cuadros andaban desperezándose, bostezando o incluso, seguían durmiendo. Intentó seguir caminando sin hacer mucho ruido, fueran a molestarse con ella. Algunos podían llegar a ser extremadamente maleducados. No tardó mucho en llegar hasta la planta baja, hasta las imponentes puertas del Gran Comedor. No había demasiados alumnos rondando por la zona. Un par de Slytherins jugaban al ajedrez mágico, un Gryffindor leía un libro sentado mientras desayunaba tostadas, y había un reducido grupo de Ravenclaws charlando. En la mesa de su casa, unos Hufflepuffs somnolientos charlaban tranquilamente. Ella se sentó, alejada del grupo, y miró la comida que había delante suyo. Platos y platos llenos con huevos revueltos, panceta, tostadas, galletas... Pero no había ni un simple gofre. No eran tan complicados de hacer, por Dios. Mientras pensaba que coger, vio que se le había olvidado atarse uno de los cordones. Se agachó para atarlos, y al enderezarse tan rápidamente, se acabó golpeando la cabeza con el borde de la mesa.

- Auch. -Se quejó la pelirroja, tocando la zona donde notaba el golpe. Bufó algo molesta, y cogió lo primero que pilló. Bueno, las tostadas eran deliciosas. Y, además, si se acompañaban con mermelada de frambuesa, aún mas. Además, siempre las podía acompañar con unas deliciosas galletas con trocitos de chocolate.

Oh, comida recién hecha, una de las ventajas de levantarse temprano.

Cogió una servilleta y se limpió la comisura de los labios. Estaba segura que se había manchado un poco con la mermelada mientras comía, y no podía andar por los pasillos con la cara manchada..

La temperatura en el comedor era bastante más agradable que la que había en su habitación. Ahora que había acabado su tostada, no sabía muy bien lo que tenía que hacer. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie conocido. Aunque había un par de personas mas que antes, la gran mayoría de los alumnos parecían demasiado somnolientos como para entablar una nueva amistad con ellos. Pensó en irse a su habitación, pero decidió no irse aún. Si iba, tendría que empezar con la tarea, y eso era, probablemente, lo que menos le apetecía en ese momento.

Antes de que le diera tiempo a decidir nada, notó como alguien que hasta ese momento no había advertido se sentaba despreocupadamente delante suyo. Se fijó en quien era, y al ver que era una Ravenclaw, se quedó bastante extrañada. Tampoco es que la conociera, pero esa joven castaña le sonaba de algo, seguro. Y al escuchar su nombre, supo de que. La hija de Rowena Ravenclaw, ¿cómo no había caído en que era ella? Aunque nunca había hablado con ella, tendría que haber sabido quien era inmediatamente. La rápida explicación de la joven consiguió dejarla más confundida, al ver que reía se relajó un poco.

- Yo me llamo Elizabeth Weasley. -Le contestó, sonriente también. Parecía una persona agradable con la que pasar el rato. - Y, si te digo la verdad, también estaba bastante aburrida.