Baile de Invierno [Aneirin]

En la puerta le había parecido ver a Altair, con la hija de Rowena Ravenclaw, la bellísima Helena. Había sido un momento solo, en un principio siquiera les había prestado atención, pero había servido para dejarla muy decaída y desconsolada. Era una joven estúpida, eso estaba claro. No sabía cómo había podido siquiera desear que el joven Malfoy estuviera interesado en ella. Él era alguien rico, importante, y guapísimo, mientras que Elizabeth era simple y llanamente ella. Sacudió levemente la cabeza, intentando sacarse esos pensamientos de la cabeza. Aquel no era el día para estar triste. Ya tendría mañana para eso. Ahora tenía que concentrarse en su pareja y en divertirse.

Elizabeth le devolvió la sonrisa Aneirin. Pobre muchacho, después de tenerlo esperando tanto tiempo, y encima era un encanto. Bueno, no era algo nuevo, siempre había sido un trozo de pan con ella. Sabía que su amigo no tenía muchas ganas de celebraciones de este tipo, y que más bien, lo hacia por ella. Tenía que intentar animarlo, no le gustaba verlo decaído. Lo cogió del brazo, y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja. - Entremos pues, mi lord. -Contestó, cariñosamente. - Intente disfrutarlo también. - Y lo arrastró al interior del Gran Comedor. Los ojos le brillaban con ilusión. Elizabeth adoraba las fiestas, las encontraba divertidas, agradables y también muy elegantes. Un lugar muy agradable donde pasar el tiempo libre. Antes de pisar Hogwarts, jamás había estado en una tan elegante ni tan costosa. En su primer año todo le impresionó muchísimo,  la decoración, la música, los preciosos vestidos de la gente, y ahora no era distinto. La decoración era preciosa.

El salón estaba lleno de jóvenes que paseaban de un lado a otro, conversando entre ellos o bailando con sus parejas. La música, delicada y agradable, llegaba hasta todas las paredes del comedor, invitando a todos los alumnos a bailar. Los profesores estaban sentados en su mesa, pero a parte de esta, el Gran Comedor estaba muy despejado, supuso que para dejar más espacio para moverse con tranquilidad.

- ¿Le apetece bailar? - Le preguntó, con una sonrisa. Le apetecía desconectar un poco de todo, y no se le ocurría mejor idea. No llevaba ni medio año de curso escolar, pero ya estaba bastante cansada de todos los pergaminos que debía entregar y todas las tareas que tenía que hacer para diferentes clases. No es que se quejara, ya que en realidad no eran tantas, el único problema es que ella tenía la mala tendencia de dejarlo todo para el último momento, haciendo que todo se le juntara muchísimo, y pareciera que no iba a tener tiempo para hacerlas.