Primera Clase de Tranformaciones(Alumnos Incriptos)

Las sabanas se le habían pegado, y mucho. Vaya manera de empezar un lunes, pensó Elizabeth mientras se ponía el uniforme a toda prisa. A lo mejor, podría incluso pasar a desayunar, aunque fuera solo un momento. Prácticamente no había tenido tiempo de darse un baño en condiciones, y notaba que no se había acabado de secar bien el cuerpo, ya que la tela del vestido se le pegaba al cuerpo. Pero esa no era la cuestión, la cuestión era que llegaba endemoniadamente tarde, y no se lo podía permitir. ¡Qué era prefecta, que teóricamente tenia que dar ejemplo! Además, hoy tenía Transformaciones. Decidida en acabar de prepararse pronto, se recogió la melena rojiza en un moño, de manera que pudiera despreocuparse del asunto del pelo. Lo más velozmente que pudo, recogió los libros que iba a necesitar para sus clases de la mañana, y abandonó su habitación. La Sala Común de Hufflepuff aún tenía a algún que otro alumno desperezandose junto a los sillones, o incluso charlando con sus amigos despreocupadamente. Andá, pues a lo mejor aún no era tan tarde.

Decidió no fiarse de los demás alumnos, y acudió rápidamente al Gran Comedor. Elizabeth se tranquilizó notablemente al darse cuenta, de que no se había dormido demasiado tiempo, pues todos los alumnos comían tranquilamente en sus mesas. Es más, la misma profesora de Transformaciones desayunaba en la mesa de los profesores. Oh, que felicidad, no iba tarde. Notó como se le quitaba un peso de los hombros, y ya mucho más relajada, se sentó a desayunar en la mesa de Hufflepuff. Cogió dos o tres cosas que le pillaban cerca, ya que por alguna razón, estaba bastante hambrienta. Y bueno, la comida de Hogwarts era extremadamente deliciosa.

Al acabar de comer, recogió sus cosas rápidamente. Algunos alumnos ya se levantaban de las mesas, y ella no iba a ser menos. Además, ya había acabado de comer, por lo cual no tenía nada más que hacer allí. Rauda, se dirigió ala clase de Transformaciones. Mientras andaba por los pasillos, no se encontró a nadie, más que a los seres de los cuadros, que parecían estar a máximo rendimiento, riendo y charlando. Había un pequeño niño de cabellos dorados que parecía encontrar divertido ir saltando de cuadro en cuadro, siguiendo a la joven pelirroja. Y solo se dio cuenta de que había llegado a su destino cuando casi se estampa contra la puerta del aula por estar mirando al niño. Se sacudió la cabeza, algo sorprendida por la puerta que no había visto. Respiró hondo, y abrió la puerta, para encontrarse una aula vacía, a excepción de la profesora. - Buenos días, profesora Ridle. - Dijo, nada más procesar que estaba sola. Rápidamente, se acercó a un pupitre cualquiera, y dejó sus cosas ahí. Finalmente, se sentó a esperar a que la lección empezara.

La cama era el mejor invento que habían hecho, Alexis lo tenía demasiado claro. Pero también era algo diabólico que te obligaba a quedarte en ella por su extrema comodidad, eso también lo tenía claro. Y a la joven Lodge le encantaba la cama, parecía que había nacido pegada a las sabanas y le costaba de sobremanera levantarse temprano. Entre murmullos incomprensibles y numerosas vueltas sobre la cama, se dio cuenta de que había pasado como media hora desde la supuesta vez que había decidido levantarse. Ahora ya no iba con tiempo, es más, ¡Iba tarde! - ¡Por qué siempre me pasa lo mismo, nggh! -Exclamó con desesperación, revolviéndose su ya cabello enredado. Alzó la vista y se dio cuenta de que sus compañeras de habitación no estaban, prueba suficiente para decir que definitivamente iba tarde. Que amables por esperarme, pensó para si misma, apoyando su mano sobre su mesita para incorporarse de pie, dándose cuenta entonces que había algo rugoso sobre esta. Una nota. Se frotó los ojos para poder leerla en condiciones, escrito con una caligrafía apresurada ponía:

"Te hemos intentado despertar pero hemos recibido un manotazo como repuesta. ¡Suerte!"

Se llevó una mano a la cabeza, dándose un golpe en la frente por ser tan difícil de despertar, luego se disculparía por el supuesto manotazo somnoliento. Ahora la cuestión era... ¡correr como hacía días que no corría! Buscó rápidamente su varita y con un pequeño movimiento movió las sabanas para hacer la cama. Por suerte se había duchado la noche anterior puesto que sabía la pereza que le causaba tener que hacerlo de buena mañana. Se vistió en menos de un minuto y una vez recogido todos los libros necesarios salió despedida de la habitación. La sala común de los leones aún no estaba completamente vacía cosa que dio una chispa de esperanza a Alex. Corrió hasta el gran comedor, el cual ya se estaba vaciando y lo peor de todo, la profesora no se encontraba en él así que seguramente ya estaría llegando al aula. Tras medio segundo de pensar, su impulso fue correr hacia la mesa de Gryffindor, atrapar lo que había sobrado y correr hacía el aula.

Fue un milagro que no se atragantara comiendo mientras corría, para colmo tenía que ir esquivando a los grupos de alumnos para poder llegar a tiempo. Paró en frente de la puerta del aula, encogiéndose mientras intentaba recuperar todo el aire perdido en la carrera. Abrió la puerta y para su sorpresa solamente había dos alumnos sentados, quizás no llegaba tan tarde.- He llegado a tiempo... -Susurró con un tono de voz algo afónico por la respiración acelerada que tenía aún de correr. Se incorporó y carraspeó un poco su garganta, entrando en la clase.- Buenos días, profesora Ridle -Dijo mientras sonreía a la profesora, dirigiéndose después a uno de los múltiples pupitres vacíos. Dejó todas sus cosas encima y dejó caer automáticamente su cuerpo sobre la silla, soltando un suspiro de puro alivio.

Elric iba, como siempre, perfectamente puntual. Se había levantado incluso antes que sus compañeros, lo cual, tampoco era raro. El joven Slytherin parecía tener una leve obsesión, con llegar siempre antes de tiempo. No soportaba llegar tarde a ningún sitio, pero tampoco soportaba que nadie llegara tarde. No le gustaba esperar a nadie, y nunca lo hacía. Las pocas veces que quedaba con alguien, si este llegaba más de dos minutos tarde, simplemente, se iba. Si a eso le sumabas su "gran personalidad", descubrías porque el joven no tenía tampoco demasiados amigos, y los que tenía le costaba mantenerlos. Peor eso a él, no le importaba. Prefería estar solo, o eso es lo que se decía.

Su túnica, perfectamente limpia y sin ninguna arruga, se ondulaba a causa de su paso rápido. No tenía muchas ganas de comer, pero como tenia aún tiempo libre, no le iba a pasar nada por tomarse un zumo, aunque fuere. Algunos mechones de pelo le caían por la frente, obstaculizando levemente su visión. Se pasó una mano con intención de echarlos hacia atrás, pero estos, cabezones, no parecían dispuestos a ponerse en su sitio. Bufó molesto. Al entrar al Gran Comedor, vio que ya había un par de personas allí.  Se sentó, algo separado del resto de alumnos de su casa. Era muy temprano como para ponerse a mantener una conversación incómoda. No tardó mucho en desayunar, pero si tardó más de lo que lo hacía normalmente. Se había quedado algo embobado mirando el techo del Gran Comedor. Siempre había sido su "punto flaco", por llamarlo de alguna manera. Era bastante bonito.

Se levantó cuando vio que el Comedor se empezaba a llenar demasiado. Debía ir a Transformaciones, no podía perder el tiempo. Decidió dar un pequeño rodeo, ya que aún era pronto y no le importaba pasear, es más, era una de las pocas cosas que verdaderamente le gustaba. Así se podía concentrar en sus pensamientos. Pero parecía que no se le ocurría nada interesante, ya que siempre acababa pensando en la notícia que semanas atrás había conmovido Hogwarts, la muerte de los jóvenes muggles. Sacudió la cabeza, intentando pensar en otra cosa. Sin darse cuenta, había llegado ya a la puerta del aula. La abrió, para encontrarse que dentro ya había unos pocos alumnos. Reconoció a Megan, una chica de su casa, sentada al lado de una señorita con melena roja. - Mis saludos, profesora Ridle. - Dijo. Y después, se sentó en una mesa en la primera hilera, lejos de los demás alumnos. Algo aburrido, decidió dedicarse a mirar por la ventana distraído.

Su respiración poco a poco se fue calmando una vez se había sentado, tomando un ritmo pausado, tranquilo. Los síntomas de correr habían desaparecido y el dolor de piernas también. Sonrió para si misma, estirándose un poco sobre su asiento. Apoyó sus codos sobre la mesa, cerrando sus puños para apoyar ambas mejillas en estos. Faltaba a penas un minuto para que empezara la clase pero el aula seguía bastante vacía cosa que le extrañó un poco. Echó un vistazo sobre la clase, en ese momento se dio cuenta de la presencia de dos alumnos de Hufflepluff, en su mente se pronunciaron sus nombres, Elizabeth y Graham si mal no recordaba. Y después los dos Slytherins; Megan, cuya presencia por mucho que intentara no soportaba y Lowell, el cual solo lo conocía de vista. ¿Y los leones? ¿Donde estaban? Se giró para observar la serie de pupitres vacíos detrás de ella, al parecer sería la única de la casa escarlata, menudo fastidio. Bufó un poco su flequillo y se dio la vuelta en cuanto vio un movimiento de la profesora, volviendo a sentarse bien para escucharla.

Y la clase empezó.

Escuchó con atención a la profesora Ridle, mordiéndose un poco el interior del labio inferior para no hacer ninguna expresión infantil e estúpida al oír que tendría que hacer un cuestionario. Por suerte en su experiencia estudiando esa asignatura nunca se la había dado del todo mal así que daría su mayor esfuerzo para conseguir buena nota. Acercó hacia si misma el pergamino con las preguntas del cuestionario, empezando a leerlas por encima antes de empezar a responder, tenía experiencias un poco penosas de fallar en una pregunta por no leer bien y confundir el enunciado, menuda estudiante estaba hecha, al menos ahora estaba un poco más centrada o bueno... un poco más al menos. Alargó una mano y acercó con dos de sus dedos la pluma, pasando esta por sus labios a propósito para provocarse un cosquilleo mientras su rostro tomaba una expresión concentrada.

Pero entonces sus oídos captaron la frase de 50 puntos y Alex volvió a la realidad, alzando bruscamente la cabeza hacia donde se encontraba la profesora. ¿Gryffindor ganaría 50 puntos si lograba conseguirlo? Sus labios se curvaron en una animada sonrisa, sola frente a 50 puntos, la única de su casa que puede lograrlo. ¡Aquello era todo un reto! Y a Alex le volvían loca ese tipo de retos, demostraría su capacidad y haría sentir orgulloso al señor Gryffindor. Respiró hondo y asintió una vez la profesora Ridle finalizó su discurso, volviendo su vista al papel.
- Veamos... primera pregunta: A su criterio descríbame el concepto de Transformación y cuantas formas existen. -Susurró para si misma, moviendo distraídamente la pluma de un lado a otro con su mano. No parecía muy complicada, confiada en lo que recordaba empezó a escribir:

pregunta 1:

-Alzó un poco la pluma, a su parecer aquella pregunta ya estaba contestada adecuadamente así que pasó a la siguiente. Prosiguió a leer mentalmente: Segunda pregunta, nombrarme dos hechizos de Invocación. ¿De invocación? ¿Se sabía alguno? Arrugó un poco la nariz, intentando recordar alguno. Al final escribió:

pregunta 2:

-Levantó durante unos segundos la pluma, los suficientes para pensar el segundo y escribirlo. Una vez contestado, pasó directamente a la tercera, en está ponía: Defina Transfiguración orgánica e inorgánica. Nombre al menos 1 de cada una. Bien, esa si se la sabía. Decidida movió su pluma, escribiendo:

pregunta 3:

-Soltó la pluma, esta vez definitivamente, había acabado la segunda pero bueno, confiaba en sus preguntas y no en el tiempo en que se realizara, no por acabar antes se hacían mejor las cosas.- Profesora, yo también terminé. -Murmuró tranquilamente, sacando su varita para dejarla a un lado de la mesa, preparada para la práctica. Se preguntaba que podría ser, le daba igual si era difícil o fácil, de todo corazón deseaba que esos 50 puntos fueran para su estimada casa.

Se había quedado un poco embobada mirando a las musarañas, cierto es. Así que cuando Megan apareció dándole un beso en su mejilla y ofreciéndole chocolate se sobresaltó. Se quedó mirandola sin recordar muy bien lo que le había preguntado, hasta que se dió cuenta de que tenía que estar pareciendo algo extraña con la mirada perdida. - ¡Claro! Cuando quieras. - Sonrío. Se fijó de que más gente había entrado, pero que en realidad no eran muchos. Graham, un joven de su casa con el que no se podía decir que hubiera mantenido conversación, como mucho habían cruzado un par de palabras. También reconoció Elric, un muchacho de Slyhterin con el que nunca había hablado y a la joven Alexis Lodge, le chica Gryffindor. Pensó que era gracioso que supiera los nombres de todos los alumnos, cuando probablemente ninguno (exceptuando al joven Gryffindor) sabía de ella. Y antes de que pudiera contestar cualquier otra cosa, la profesora empezó a hacer la explicación de la clase.

De acuerdo, así que lo primero sería un cuestionario, interesante. Estaría bien poder repasar un poco todo lo que había aprendido hasta el momento, y así en el momento de practicar los hechizos podría tener un poco mas de soltura,l o que ayudaría a no equivocarse. Además, si acababa la primera, podría conseguir 50 puntos para Hufflepuff, lo que no estaría nada mal, la verdad. Una vez que la profesora acabó de hablar, miró rápidamente el papel del cuestionario, evaluando las preguntas. Eran tres, y luego una a elección. Bueno, en un primer instante, no parecía nada imposible. Sin perder el tiempo, se puso a escribir sus respuestas en el papel.

Primera Pregunta:

Vale, primera pregunta respondida. Creía que más o menos le había salido bien. Se concentró en la segunda ahora. Dos hechizos de Invocación... Vale, muy complicada no era, ¿no?

Segunda Pregunta:

Me fije como Megan terminó la primera, seguida por la muchacha Gryffindor. Una pena, esos 50 puntos no serían para Hufflepuff. Bueno, "Defina Transfiguración orgánica e inorgánica. Nombre al menos 1 de cada una."

Tercera Pregunta:

De acuerdo, cuestionario acabado. Ahora tocaba la práctica. Cogió su varita fuertemente, y dibujo en su cara una sonrisa impaciente. A ver como le salía.