Yes I'm a sinner, yes I'm a saint. - Helga Hufflepuff.

Una de las cosas que más detestaba Helga —aparte del invierno— era castigar a un alumno. No había nada que le rompiera más el corazón o que la hiciera sentir una ogra que eso. Helga era conocida por su interminable tolerancia y paciencia. Rara vez se enfadaba... Pero el hecho de que fuera raro, no significaba que no lo hiciera. Salazar y Godric eran conocedores de su parte más oscura, y según tenía entendido, ninguno de los dos le agradaba estar presente a ella.

Desde la enfermería observó lo precioso que estaba el día. El sol iluminaba las montañas cubiertas por nieve, y el agua congelada del lago se iluminaba por los rayos de sol. Un día precioso para salir a dar una vuelta por Hogsmeade o simplemente hornear algún pastel con los elfos domésticos. Sin embargo, ella no tenía esa ventaja. Helga, luego de culminar en la enfermería, debía ir a su jardín para comenzar el castigo del joven Gryffindor.

Con el dorso de su mano, y con extrema delicadeza, la joven bruja le tomó la temperatura a una pequeña enferma. No era nada grave, gracias a los dioses. Era un simple resfriado por haber jugado demasiado tiempo en la nieve. Con maternal dulzura, la bruja limpió la sudoración que se formó en la frente de la niña debido a la fiebre. —Estarás bien pronto, pequeña. Sólo espero que no vuelvas a jugar tanto tiempo en la nieve. No te hace bien— comentó, mientras la estudiante de Ravenclaw sonreía.

Luego de cerciorarse de que todo estaba en perfecto orden, Helga tomó sus cosas y se colocó su abrigo, para ir al jardín donde debía estarla esperando el joven Gryffindor. Con naturalidad cruzó los pasillos, regañando a dos chicos de su casa que estaban peleándose por un par de golosinas. En cuanto cruzó los jardines, suspiró por el frío. Podía ser un lindo día, pero continuaba siendo invierno. Su temporada más odiada.

Entró al jardín y se encontró con el joven hermano de Godric. El único que no había ido a parar a Gryffindor, sino a su casa. Helga entendía la actitud agridulce del chico. ¿Cómo no entenderla? Todos deseaban ser parte de los Gryffindor, de los Slytherin o de los Ravenclaw. Todos representaban cualidades increíbles... y sus fundadores eran lo máximo que se podría encontrar en el reino mágico. Sin embargo, aún cuando ella amaba a su casa y sus alumnos, ellos no eran personajes increíbles. Ella no era una bruja asombrosa como Rowena, por ello era considerada como un personaje casi plano.

¿Cómo no entender a Graham en su odio hacia su casa?

Sonrió de lado ante la réplica sarcástica del chico. —No, no lo era y te debo una disculpa por ella— se quitó su abrigo y lo colgó en uno de sus percheros. —Aunque se que no es de tú interés, estaba atendiendo a una niña enferma y por ello me retrasé— murmuró, buscando en los anaqueles un par de plantas. —¿Qué te parece si comenzamos? Necesito que me ayudes a catalogar por orden alfabético todos estos frascos, y con cuidado, por favor. Muchas de esas plantas no se consiguen en estos días— sonrió.