Cassiopeia Black-Scamander

Cassiopeia se admiraba en el espejo de cuerpo completo enmarcado en un intrincado diseño de plata de su habitación, por supuesto, de su propiedad. Se negaba a verse reflejada cada mañana en algo cuya belleza no hiciera honor a la suya. No sonreía, su expresión era seria y petulante mientras acomodaba lenta y frívolamente su hermoso cabello caoba, la mitad caía elegantemente en perfectas ondas sobre su espalda mientras que en la parte superior se encontraba recogida por un hermoso broche adornado con esmeraldas. Tras pasar una mano por su túnica, comprobando que no había ni el más mínimo imperfecto en ella, se dispuso a salir del dormitorio.

Pudo sentir como todas las miradas se posaron en ella cuando apareció al pie de la escalera proveniente de los dormitorios de chicas en la sala común. Miradas de admiración, envidia, odio y temor le hicieron esbozar la más pequeña de las sonrisas, una mueca burlona de autocomplacencia que la hacía parecer aún más cruelmente bella de lo que era.

Se tomó un momento para dedicar una mirada de hielo y una sonrisa de satisfacción a su querida prima Andromeda, sabiendo perfectamente que la pequeña psicópata rabiaba cada vez que la veía. ¿Qué se podía hacer? Cassiopeia siempre había afirmado que la chica estaba como una cabra.

- Cassiopeia - la llamó alguien con un tono de voz burlonamente formal. Sonrió, esta vez genuinamente al reconocer la voz. Su hermano estaba de pie junto a ella, ofreciendole un brazo que ella tomó y se encaminaron juntos a la salida de la sala común. Siempre habia tenido una relación especial con Cygnus, eran cómplices en todo ya que su forma de ser era increíblemente parecida, casi como si fueran la misma persona en versión masculina y femenina.

Recorrían los pasillos del castillo hacia el Gran Comedor como los demás estudiantes que se dirigían al desayuno, sin embargo había un aura de poder que los rodeaba, diferenciandolos de la mayoria. se disponían a cruzar las enormes puertas dobles cuando Helga Hufflepuff se plantó frente a ellos. Cuando les preguntó en dónde habían estado la noche anterior después del banquete, Cassiopeia respondió con incocencia que había estado estudiando con sus hermanos en la biblioteca y preguntó el motivo del cuestionamiento con aparente respeto y curiosidad, cuando por dentro contenía una carcajada. Helga le informó que un Ravenclaw había sido atacado y la noche anterior y tenía la lengua tan inflamada a causa de desagradables pústulas que no podía hablar, y por lo tanto, no podía informar a los directores quién había sido su atacante.

- Es terrible escuchar eso, Madame. No es posible que entre estudiantes existan tales discordias. Le aseguro que si escucho algo al respecto, se lo haré saber inmediatamente. - dijo la hermosa chica en un tono diplomático y agradable, sonriendo afablemente. La mujer agradeció y se marchó mientras los dos jóvenes compartían una mirada. Por supuesto que ellos eran los responsables del altercado, le habían dado una clara lección a aquel sabelotodo, el cual sin duda sería lo suficientemente inteligente como para no hablar del incidente una vez recuperado, no por nada pertenecía a aquella casa.

Se abrieron paso hacia su mesa, sentandose junto a su querida hermana menor. Mientras le daba un trago a la copa de jugo de calabaza frente a ella, Cassiopeia sonrió con malicia y deleite. Otro día comenzaba, lleno de oportunidades de diversión, rodeada por admiradores y también odiada.
Oh si, era un auténtico placer ser ella.