Pequeña reunión [Cygnus]

La Sala común de Slytherin era elegantemente acogedora. Para Danny era uno de los mejores lugares del castillo. No había mucho ruido, la luz no era excesivamente brillante, sino todo lo contrario. Los sillones de cuero negro eran lo suficientemente cómodos como para disfrutar de una buena lectura, bajo el amparo de su casa.

Era de noche, la cena había acabado hace poco, y poco a poco se iban retirando a sus habitaciones. Pero Danny no tenía sueño. No se sentía cansada y además, quería terminar de leer el libro de Encantamientos para poder hacer los deberes.

Pero no había pasado ni media hora, cuando apartó el libro con expresión pensativa. Le habían enviado una túnica de gala nueva, de color turquesa, preciosa. Había que reconocer que su madre tenía un excelente gusto. Sonrió un poco al recordarla, pero luego dejó escapar un suspiro difícil de descifrar.

Sabía sobre el baile, y también, que como prometida de Cygnus Black, estaba obligada a ir con él. Mientras guardara un poco de su ego en su baúl esa noche, bien podría soportar su presencia sin problemas.

Cygnus chasqueó la lengua cuando escuchó a sus compañeros de habitación roncar. Todas las malditas noches era lo mismo. La única diferencia estaba en que cuando ellos comenzaban a hacerlo, él estaba completamente dormido. El mayor de los Black tenía un sueño bastante pesado, por lo que no se daba cuenta de nada de lo que ocurría a su alrededor. Pero hoy —precisamente hoy— no podía conciliar el sueño. "Y ahora haré menos" pensó irritado.

En voz baja hizo un hechizo silenciador. Los ronquidos dejaron de resonar casi de forma inmediata, dejando la habitación en silencio. El silencio fue bien recibido por Cygnus, quien se volvió a acostar y colocó su almohada verde oscuro sobre su rostro. Desgraciadamente, el no escuchar nada lo hizo sentir más incomodo. —Maldita sea— se quejó, tirando su almohada hacia el extremo de la habitación. Se puso de pie molesto y tomó una túnica negra. Se la puso y con indiferencia peinó sus alborotados cabellos negros. Hecho esto, salió de la habitación.

Todo estaba en completo silencio y tranquilidad, algo que lo hizo sentir cómodo. No deseaba ver a nadie ni hablar con nadie... "Maldición" pensó en cuanto vio a Daenerys Malfoy en la sala, leyendo. Entrecerró sus ojos al ver a su prometida allí, sentada como si nada. Entre todas las personas que no deseaba ver en esa noche, ella era la primera. "No tengo suerte, al menos no esta noche" pensó con irritación.

—Malfoy, ¿no puedes dormir?— saludó con una sonrisa cortés, la misma que era forzada. Se sentó en el mueble negro al extremo de ella, y se cruzó de brazos. —¿Preparada para el baile?— cuestionó con indiferencia, tomando entre sus manos un libro de pociones que algún estudiante de tercer año había olvidado por allí.

Ya casi estaba por terminar. Se había obligado a concentrarse en el libro, apartando sus pensamientos sobre el tan poco esperado baile. Pero una voz que conocía bien casi le hizo pegar un sobresalto. Alzó la vista casi por inercia. La Sala estaba completamente vacía excepto por dos visitantes nocturnos, Cygnus Black y ella misma. ¿En qué momento se habían marchado todos a dormir y hace cuánto el prepotente Black había hecho su ingreso? No podía asegurarlo, iba tan absorta en las letras diminutas que no se había percatado de nada. Probablemente, Cygnus apenas había hecho ruido con sus pasos.

-En realidad, quería terminar los deberes antes de ir a la cama, Black- respondió con la misma fría cortesía de su prometido. Siguió con la mirada sus movimientos hasta que le vio sentarse muy alejado de ella, cosa que agradeció, y luego volvió a enfocarse en el libro, o al menos a pretender que lo leía.

¿Que si estaba preparada para el baile? ¿Es que tenía que prepararse para ello?
Bueno, si lo pensaba bien, tal vez debía prepararse mentalmente. No sabía si prefería que el moreno se la pasara hablando sobre su superioridad y minimizando a los sangre muggle o si por el contrario, dejara pasar la velada sin decirle ni una palabra. Quizás lo segundo sería mucho mejor.
-Ya me enviaron el vestido, si a eso te refieres, Black.- respondió como quién no quiere la cosa sin alzar la cabeza. Pero cada vez le costaba más decir su apellido sin mostrarse fastidiada. Ese apellido que le recordaba que tendría que casarse con Cygnus cuando terminaran la escuela. tuvo que tragar saliva para controlar el miedo que le invadía cada vez que pensaba en ello. Ojalá hubiera una manera de evitarlo. Podía notar que para Cygnus tampoco era una unión que lo hiciera feliz, pero ninguno de los dos podía mostrar su desacuerdo. Qué situación más frustrante.

Cygnus colocó los ojos en blanco. ¿Por qué no le sorprendía que ella estuviera realizando sus deberes a esas horas? Daenerys era una de las chicas más inteligentes de Hogwarts. "En ella, el viejo Sombrero erró. Debió haberla enviado a Ravenclaw" pensó el Black, observándola fijamente. La muchacha era bonita, inteligente y de una buena familia. Cualquier tonto en el Colegio desearía estar comprometido con ella, sin embargo, Cygnus no lo deseaba. Ella y él eran como el agua y el aceite. Extremadamente diferentes. Además, su hermano mellizo no le agradaba a Cygnus... era demasiado extraño y peligroso.

—No me sorprende, Malfoy.— Se cruzó de brazos y sonrió con cierta burla. —¿Sabes? Yo tú iría a pelearle al Sombrero. Te ha enviado a la casa equivocada... debiste haber sido un dulce pajarito de los de Lady Ravenclaw— bufó con diversión en la voz. El Black era reconocido por sus burlas a los demás... solía ocultar lo que realmente pensaba con una broma pesada a uno de sus compañeros. Daenerys y sus hermanos no eran la excepción. ¡Ni siquiera sus primos o hermanas se salvaban!

Los padres ricos siempre enviaban con anticipación las mejores túnicas o vestidos a sus hijos. Su madre ya le había enviado su ropa a él y a sus hermanas. No, él no se refería al baile, pero sorprendentemente, tampoco sabía a qué se refería. La noche la pasaría al lado de la chica y se obligaría a no buscar con la mirada a sus amigos o a la pequeña Weasley. —Si, a eso me refería— comentó, apretando el hueso de su nariz. —Menuda estupidez el baile, ¿verdad? ¿Por qué obligar a los alumnos a ir?— cuestionó, cruzándose de brazos.